Cuando nuestra hija cumplió su primer año preparamos una bonita fiesta en casa e invitamos a merendar a los abuelos y a los tíos.
Queríamos que la niña pudiera disfrutar de la comida igual que los demás, para eso era su fiesta, así que decidimos que todo lo cocinaríamos en casa, que todo sería con ingredientes que ella hubiera comido y que todos nos adaptaríamos a ella.
Y, por supuesto, sin tarta. El postre fue una espectacular macedonia presentada en la piel de una piña, con su vela y todo.
No sé si alguno de los invitados torció el morro cuando descubrió el menú de la fiesta, lo que sí sé es que al final no sobró nada y que la niña se lo pasó en grande jugando con toda la familia.
Os dejo aquí el enlace a las riquísimas recetas que disfrutamos ese día.